Todavía me acuerdo de mi primer día de clases y lo incómodo que me sentí esa vez. Nunca fui al kinder pero no entré al primero de primaria como la mayoría de las personas, sino que cursé primero de inglés, un año entre el kinder y la primaria que ofrecía mi colegio para cobrar un año extra a los padres de familia, con el pretexto de que sus hijos aprendieran más inglés que los demás. Ese día no quería ir a la escuela, no quería que nada cambiara en mi vida. No recuerdo que me haya molestado el hecho de que la clase fuera completamente en inglés y yo nunca lo hubiera hablado antes. Nunca sentí que no pudiera aprender.
Mi primera escuela tenía del kinder a la preparatoria y yo ingenuamente creía que iba a pasar ahí toda la vida. En pocos años transformaron el campo de futbol americano en universidad (sabia inversión) y ya no tuve motivo para pensar que algún día haría estudios en alguna otra parte. El momento de pasar a la secundaria se veía muy lejano, casi absurdo. ‘Para el año dosmil voy a cumplir diecisiete años’ era lo más a futuro que me atrevía a considerar, diluyéndose en una nube borrosa todo lo que pudiera venir después. Y es que me resultaba inimaginable llegar a esos días, esas épocas. Creo que desde entonces se manifiesta mi afán por eludir el cambio de etapa lo más posible. Nunca falta a mi alrededor gente que no puede esperar a pasar a la siguiente etapa, el siguiente nivel. Gente que quiere más. De niño veía a quienes querían ser adultos inmediatamente, de adolescente, a los que quieren hacer su vida cuanto antes y ahora de joven (no, todavía no me atrevo a referirme a mi mismo como adulto), están los que ansían terminar sus estudios para saltar a las aventuras del mundo laboral, así como los que se han visto obligados por diferentes circunstancias a tomar el lugar de un adulto. Yo siempre he pasado a la siguiente etapa sin querer, casi sin darme cuenta.
Antes de este regreso a clases vi las materias que iba a llevar el próximo semestre, que será el último de mi carrera: únicamente tres tópicos, materias que puedes darte el lujo de elegir al azar si así te place. ‘Un semestre muy calmado voy a llevar’ pensé. Pero luego de haber estado dos semanas en clases empecé a sentir algo extraño. Ya no hubo materias en las que se mezcle gente de varias carreras, los grupos son muy pequeños, no hay más anécdotas de Fabiola, es más, mis últimos dos semestres en el tec estarán totalmente libres de ella.
Yo tenía la costumbre irracional de preocuparme de más en cada regreso a clases ¿por qué? no lo sé con exactitud pero quizá tenga que ver con el nuevo comienzo que supone. He estado en 6 escuelas distintas y puedo asegurar que nunca han resultado ciertas las advertencias de profesores y demás adultos sobre el salto a la próxima etapa, el próximo gran cambio. La verdad nunca vi la diferencia entre la primaria y la secundaria, mucho menos para la preparatoria. Ahora en la universidad (esa palabra suena muy extraño) estoy muy acostumbrado a la forma en que vivo, las actividades de la escuela (mejor así) han pasado a formar una parte integral, casi simbiótica, de mi vida. Nunca pensé que algun día llegaría al final de todo eso. De pronto, luego de estas primeras dos semanas de clases, siento que ya no voy a aprender más porque si el próximo semestre no llevo materias importantes de la carrera, significa que las que llevo este semestre son las últimas, las más avanzadas. Por más que intenté no lo pude percibir así. Debe haber más en alguna parte, siento que ya no voy a aprender nada. Quizá nunca vuelva a aprender tan fácil ni tan sin proponérmelo como aprendía en el primero de inglés pero quiero al menos sentir que todos los dias tengo la oportunidad de intentarlo.
Algunos graduados me dicen que es normal que en tus últimos semestres sientas que no estás suficientemente capacitado, que siempre que lo piensas encuentras que hay algo en lo que pudiste haber dado más. Yo sólo siento que ya no voy a aprender.
Lo sé, es ilógico, queda la puerta abierta a posgrados, certificaciones, estudiar una segunda carrera cuando tenga cuarenta años… ¿ven lo que les digo? ahora me resulta imposible no pensar en el futuro, en lo que sigue. Siento que se cierra en silencio pero vertiginosamente el primer capítulo de mi vida, ya no habrá más escuela ni más grupos de compañeros de mi misma edad con los que tenga que convivir todos los días. Los profesores se irán extinguiendo de mi rutina y nada volverá a ser como antes. Vaya, justo cuando por primera vez no me había inquietado por un regreso a clases.
Este post es parte de una serie, publicada a lo largo de tres años, que habla de mis experiencias al terminar mi carrera. Comienza con ”Regreso a clases y la crisis de los últimos semestres“, seguido de ”Como Holden Caulfield“, “Cuando el futuro nos alcance“, “Toma el dinero y corre“, “Over the counter“, “Training day” y terminará con “El último fin de semana”.
Technorati tags: personal reflexion itesm universidad