De un tiempo para acá, mi antigua computadora (a la que ya le había fallado cambiado la tarjeta madre en más de una ocasión) tenía un tic nervioso en el que le temblaba la pantalla. Algo de las bisagras o de la tapa, que hacía que al mover la pantalla por ejemplo al abrirla y ponerla en posición cómoda, no quedara exactamente donde uno la había dejado. No le dí importancia porque es un equipo con muchos años de vida y altísimo kilometraje. Hace unas semanas, al abrirla, se rompió la tapa. Cabe mencionar que es una tapa de una sola pieza de metal, metal «vaciado» en un molde, no laminado a la forma final. En el pasado ya he tenido un par de máquinas con tapa de metal laminado y, aunque tienen sus propias idiosincrasias, creo que es la mejor opción.
Este pequeño incidente me hizo ponerme a pensar que mi máquina realmente ya esta muy vieja, ya va para diez años y, aunque milagrosamente sigue cubriendo mis necesidades al 90%, era momento de enfrentarse a la decisión de reemplazarla. Pero esto conlleva una decisión secundaria: ¿deshacerse de esta máquina que bien que mal me ha servido fielmente por años? Realmente funciona todavía muy bien, así que me di a la tarea de conseguir la refacción. Hay que señalar que en mi computadora, la tapa es la que da soporte a la pantalla, hay otros diseños que cuentan con un esqueleto interno en el que este desperfecto sería puramente estético.
Afortunadamente se trata de un modelo muy común del que se fabricaron millones, así que aunque está vieja, no es tan difícil encontrar las piezas. Busqué en mercadolibre y me dio risa porque los precios son muy elevados. Fui a la plaza de la memoria usb y el celular computación local y en el primer local donde vi que tenían amontonadero de máquinas viejas pregunté si tendrían esta pieza. Me dijeron enfáticamente que sí, que a $150 pero que tenían que traerla de bodega. Como ya era noche me pidieron que pasara al día siguiente. Acepté inmediatamente porque era menos de la tercera parte del precio que vi en internet. Seguí mi camino.
El segundo local donde pregunté fue uno de tamaño grande para los estándares de esa plaza que es conocido como «el cubano» y que atiende un joven que parece ser… cubano. Le pregunté por la pieza y le di el modelo de mi laptop, que es tan conocido que sinceramente considero que cualquier persona que de soporte técnico debe conocer, a pesar de lo viejo. Yo, debido a mi paranoia y desconfianza crónica, llevaba mi preciada máquina disfrazada en la caja de una base de ventiladores para laptop y no se la mostré. Se quedó pensando, habló por teléfono. Yo vi por ahí en el rincón el perfil de una máquina idéntica y se lo señalé. La levantó y resultó ser un modelo muy similar pero más escazo que es idéntico en todo sentido salvo que tiene pantalla ancha. Es decir, todos los componentes internos son iguales, salvo la carcasa, que es lo que yo estaba buscando. Me sacó una sonrisa porque siempre quise una de esas máquinas de pantalla ancha pero nunca la conseguí a precio razonable. Me quedé esperando a que me dijera si la tenía o no en lo que «el cubano» atendía otra llamada. Luego se quedó mirando a lontananza, sin tocar la computadora que tenía enfrente y que claramente estaba a la mitad de una cirugía a corazón abierto. Me lo habían recomendado tanto que le pregunté qué onda. Entonces me dijo «te dije desde hace dos horas que me enseñaras la laptop, ¿así como voy a saber?» Que es en apariencia comprensible pero son palabras que nunca nadie debería decir a sus clientes. Debí entrar a su local, decirle «¡¿así le hablas a todos tus clientes?!» y darle una cachetada con mi guante blanco retándolo a un duelo a muerte, pero tenía curiosidad por saber el precio que diría así que abrí mi caja de base de ventiladores para laptop y se la mostré. $250 dijo y le di las gracias y me fui, riendo.
De casualidad vi un local pequeñito atendido por tres tipos que apenas cabían dentro, con un montón de máquinas viejas destazadas en el mostrador. Pregunté y me mostraron el modelo anterior, vieron que no era y me mostraron el correcto. $120 dijeron e inmediatamente compré la pieza. Solo la pieza porque yo traía la laptop incompleta y no me la podían instalar sin la bisagra. Aquí tengo que platicarles que las bisagras de laptop son un componente de lo más sencillo pero que alcanza precios exorbitantes en el mercado de segunda mano. Me imagino que a mucha gente se le descomponen. Lo más feo es cuando en el modelo de tu máquina las bisagras de un lado no son iguales a las del otro, y terminas teniendo que cazar una pieza más específica que ni el procesador. Mi laptop es de las que tienen una bisagra igual en cada lado.
Llegué a casa, me puse a instalar la tapa… y descubrí que una bisagra está rota y que ese bamboleo de la pantalla no se va a quitar. Ahora tengo que volver a comprarla.